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Mostrando las entradas de septiembre, 2013

26º domingo t.o.

Lect.: Amós 6: 1 a. 4 – 7; 1 Tim 6: 11 – 16; Lc 16: 19 - 31 Hace cuatro días, el Papa Francisco, en su visita a la isla de Cerdeña, en Italia, habló con palabras que le salieron del corazón a los trabajadores y a la gente de empresa. Estas palabras de Francisco nos sirven de marco para leer desde nuestra época el sentido de la parábola de Lc que acabamos de escuchar. El desempleo, les dice el Papa a los trabajadores, les quita la dignidad; donde no hay trabajo, no hay dignidad. Pero no permitan que les roben la esperanza.  El desempleo no es solo un problema de Italia o de algunos países europeos, es el resultado de una decisión global, de un sistema económico que conduce a esta tragedia, una economía que está centrada en un ídolo llamado dinero. Y luego añadió: Dios no quiere un ídolo en el centro del mundo, sino al ser humano, al hombre y a la mujer que mantienen al mundo caminando con su trabajo . Pero esta economía esta vacía de ética, y en su centro hay un

25o domingo., t.o.

lect.:  Amós 8, 4-7      I Timoteo 2, 1-8   Lucas 16, 1-13 No nos resulta extraño que en la vida se nos puedan presentar situaciones límites   ante las cuales tenemos que replantearnos radicalmente lo que hemos sido y lo que hemos hecho hasta el momento. Y tenemos que agudizar todas nuestras capacidades para salir adelante. Es lo que llaman los alcohólicos anónimos "tocar fondo". Es encontrarse en tal estado de fracaso por la mala orientación que hemos dado a nuestra vida, que no continuar como vamos terminaríamos en el precipicio . El texto de Lc nos habla de uno de esos casos extremos en la figura del administrador infiel, como ya nos había hablado en el capítulo anterior de aquel hijo menor que había malgastado toda su parte de herencia. Este administrador, cómodamente sentado en su oficina, con gran poder para disponer de los bienes de su patrón, había caído en malas prácticas, de lo que hoy llamamos corrupción. No previó que lo acusarían y que lo desped

24º domingo t. o.

Lect. : Ex 32, 7-11. 13-14;   I Tim 1, 12-17; Lc 15, 1-32 Por influencias de sociedades muy mercantilizadas se metió hace tiempos  en nuestro país un dicho: "no hay almuerzo gratis", se afirma, queriendo decir que en nuestro mundo todo tiene un precio y que si uno quiere recibir algo, no hay escape, hay que pagar por ello. Lo malo de esta creencia es que se ha extendido a espacios de nuestra vida como la cultura, el deporte, la diversión e incluso, al plano religioso y espiritual . Nos hemos llegado a creer que todo hay que ganárselo pagando por ello y que cuanto más valioso sea, hay que estar dispuesto a pagar mayor precio. Aplicada al plano de la vida espiritual, esta manera de ver las cosas no tiene sentido y es incapaz de entender lo que es el amor de Dios, su generosidad, tal y como fue expresado, de manera especial en la vida de Jesús. Las tres parábolas que nos narra hoy Lc, nos invitan a compartir una visión muy distinta de  la dimensión  de nuestra

23o domingo t.o.

Lect.: Sap 9: 13 – 18; Fil 9b – 10; 12 – 17; Lc 14: 25 - 33 Puede parecer curioso y hasta contradictorio que Lc recuerde hoy a un Jesús diciendo que eso de querer ser su discípulo  tiene que ser algo muy bien pensado . Puede parecer raro y hasta contradictorio porque en otros pasajes parece que los evangelistas alaban, más bien, la decisión rápida para seguir a Jesús, e interrumpir o dejar lo que se está haciendo y ponerse en el camino del evangelio. Pero no hay contradicción. Lo que otras veces enfatiza el evangelio es la disposición sincera, firme y sin condiciones o intereses mezquinos para escuchar el llamado . En el texto de hoy Lc no niega esa exigencia pero apunta a que esa decisión debe tener  clara la magnitud y el tipo de objetivo, de compromiso en el que nos estamos enrolando .  En otras palabras, hay que saber a qué nos estamos apuntando para medir cuál es la actitud y cuáles las capacidades con que debemos contar para emprender ese seguimiento .

22º domingo t.o.

Lect.:     Eclo 3, 17-18. 20. 28-29 ; Hebr12, 18-19. 22-24 a ;  Lc14, 1. 7-14 A nivel popular, y con sentido de humor, a veces decimos que todos o muchos nos comportamos de manera distinta según “la camiseta que tenemos puesta”. Así, podemos decirle a un amigo, “con vos no se puede hablar objetivamente de fútbol, porque siempre andás con la camiseta de liguista, o florense, y todo lo ves de ese color”. O en otros casos, “imposible discutir con vos de problemas del barrio o del país, porque nunca te quitás la camiseta de liberacionista o de paquista, y solo ves lo que te conviene. De hecho, todos tenemos una “colección de camisetas” y funcionamos conforme a cada una de ellas, según la que tenemos puesta y a menudo sentimos que tenemos que decirle a la persona con la que hablamos: ¿con cuál camiseta está Ud. hablando?, para saber como tratarla. Porque podemos aparecer para algunos como el hijo de doña fulana, que era la enfermera del barrio, o la dueña de la pulp